Ramón Calderón está acostumbrado a vivir en el filo de la navaja. Prácticamente desde que fue nombrado presidente (o más bien aceptado) la provisionalidad y la falta de proyecto han sido las características principales de su mandato. El primer año se aferró a la suerte y a la mano dura de Capello, junto con el "amics per sempre" de Ronaldinho y compañía para ganar un título absolutamente sorpresivo. La imagen de Calderón saltando en el césped de La Romareda es realmente pintoresca pero muy significativa. El segundo año tuvo un mejor inicio con el amargado Bernardo que llegó a decir que eran como Federer y casi acaba como Ferrero, aunque la falta de ambición del Vila-real, le dió su segunda liga. Todo ello aderezado con juicios, medidas cautelares, suspensión del voto por correo y la sombra de Florentino que cada vez es más alargada. Pero la provisionalidad del proyecto no aguanta más de una temporada de estabilidad, y la presente se ha visto bañada de fuego cruzado entre Schuster, Mijatovic y Calderón. Insostenible.
Ahora se ha buscado otro bombero otro escudo que permita sobrevivir a Calderón unos meses.Es evidente que Juande Ramos no tiene ningún futuro en la entidad blanca, pero, en este "totum revolutum" constante puede que, hasta pesque algo...
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