martes, 24 de junio de 2008

EL TIRANO DE BELFAST

Los que tuvimos el privilegio de estar el pasado sábado en el Auditori de Castellón para ver a Van Morrison recordaremos esa experiencia como una de las mejores de nuestras vidas. Un concierto sin concesiones para los fans, sin greatest hits. Sonó Moondance, Have I told you lately o Entertaiment. Acertada selección de los temas del nuevo disco. Preciosa Lover come back, ritmica Keep it simple, soberbia Behind the ritual.
Refrescó al auditorio con sus últimos trabajos Magic Time y Pay the Devil. Todo secundado por ocho musicos, lo mejor de cada casa. Él muy controlador. Marcando los pasos a todos, siendo el centro de todas las miradas. El tirano de Belfast mandaba. Sin intercambiar media palabra con el público. Todos vestidos de negro, él con sombrero.
Empezando temas a armónica, pasando por el saxo, algo al piano (poco) y mandolina. Sobrado. Cada nota en su sitio. Desgarrando su voz hasta la asfixia, bajando hasta el susurro imperceptible. El teatro lleno, la gente levantandose en más de una ocasión en ovaciones que parecían caer en saco roto. Los temas se van enlazando sin pausa. La banda corre para seguirle, las canciones se alargan en jammings que siguen sus ordenes, su voz perfectamente afinada. Y de repente se va, sin despedida, sin agradecimientos ni bises. Rompe su timbre con Burning down de Healing Game y hasta otra, en este caso hasta mañana. El tirano de Belfast, el León, Van de Man. El último héroe de Irlanda. Como tanto proclama Tony Soprano, “este tipo es de la Vieja Escuela”.

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