Así nos quedamos ayer los aficionados barcelonistas después de la segunda derrota en el Palau: de piedra. Parecía que el accidente del pasado jueves debería subsanarse con una victoria holgada, pero pese a que cambió algo el guión del partido, el final fue igual de desastroso. El Barça comenzó el partido de otra manera, distanciándose en el marcador,pero nunca más de 6 o 7 puntos. El Baskonia se mantuvo ahí todo el partido, y en el último cuarto, aprovechó una vez más los nervios (demasiados) de los barcelonistas y asestó un segundo golpe de gracia. Y es que parece mentira que jugadores como San Emeterio o Marcelinho, retales de otros equipos, estén tumbando a todo un Barça. Algo pasa y no es bueno. Para mí han acertado la defensa, y al Barça le cuesta Dios y ayuda meter una canasta, y la misión se convierte en imposible cuando el que lo intenta es Navarro. Parece que Ivanovic tenía su venganza metida en el congelador desde hacía tiempo y se ha sentado a disfrutar con la paciencia de un pescador. Está todo estudiado por el Caja Laboral, saben que hacer en cada momento y quien puede tirar de tres cuando quiera (Ricky o Basile) está todo en el guión. Pero lo más preocupante de los dos partidos es la empanada mental de los últimos cuartos, y lo sueltos que juegan los vitorianos, incluso Palacio tiene buenos minutos para que descanse Huertas y jugar los últimos minutos del partido. El problema es del Barça, se llama atasco mental, y lo más peligroso es que le está costando una Liga, que todos dábamos por hecha hace una semana. ¿Se estará marchitando la flor de Laporta?
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