Cuando Pep Guardiola cogió las riendas del Barça, sabía por sus años de experiencia en la casa que sus inicios iban a ser de todo menos fáciles. El ambiente enrarecido tras la moción de censura auguraba un Camp Nou movido (pañuelos, pitos) a las primeras de cambio. La suerte en los horarios de los partidos de casa, en fechas semifestivas (diada y Mercé) hicieron que la abstinencia y el pasotistmo reinara en el peculiar público culé.
Este mes y medio le ha venido bien a PG para ganarse el respeto de la afición ( como entrenador, como jugador ya se lo ganó) con sus técnicas de trabajo, sus entrenamientos personalizados, su obsesión por la alimentación y por la carga física, que hace que a estas alturas no haya habido lesiones musculares, cuando en otros años ya habían caído cinco o seis a estas alturas. El del sábado, espero que sea el primer lleno del Camp Nou, o por lo menos que roce los 90.000 espectadores, que apoyen al equipo y que a PG se le diluya el vértigo que sufrió las primeras jornadas como entrenador blaugrana.
No hay que decir que hay que seguir empujando, y sacar los tres puntos como sea aunque sea con gol de Messi en el último minuto (ahora parece que tener al mejor jugador del mundo también es un problema) aunque nuestro sistema nervioso agradecería una victoria más plácida, porque de nuevo nos encontramos con el virus FIFA, y en la siguiente jornada nos encontramos con un interesante Atletico-Real Madrid que puede abrir las puertas del liderazgo en Navidad.
Spacepower
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