El personaje de Llorenç Serra Ferrer, actual presidente del RCD Mallorca,
quizás injustamente, siempre irá unido, a su pesar, a la época más negra
del reciente barcelonismo: primero por el recuerdo del tardonuñismo y
fundamentalmente por el del gaspartismo que tanto nos hizo avergonzarnos a
los sufridos culés a principios del Siglo XXI.
Lo curioso es que Serra Ferrer, cuando fue fichado por Nuñez era un tipo con
bastante prestigio en el fútbol español, prestigio ganado fundamentalmente
en su etapa en el Betis en el que llegó a disputar una final de Copa del Rey al
Barça, aquella final del malogrado Bobby Robson en el que el inefable Gaspart
sobornó al de megafonía del Bernabeu para que sonara a todo volumen el Cant
del Barça.
Serra Ferrer, en esas jugadas maquiavélicas que tan bien diseñaba Núñez, fue
contratado como Secretario Técnico (y posible recambio) en la primera etapa
de Louis Van Gaal como entrenador, una pareja bastante peculiar que nunca
llegó a funcionar como tal, aunque le dio al Barça dos Ligas y una Copa del
Rey.
Llegado el vispecident al poder, en aquellas tristes elecciones del 2000, Serra
Ferrer fue designado entrenador, un cargo que le venía tan grande que apenas
se le escuchaba (ni entendía) en las ruedas de prensa en las que todavía
Maxenchs iba repartiendo turnos.
Aquel primer año vino marcado por el fichaje de Figo por la primera edición del
imperio florentiniano y por los errores garrafales en la planificación deportiva,
entonces a cargo de Charlio Rexach. En fin, que como era previsible casi
antes de su designación, Serra Ferrer no acabó la temporada y su entonces
Secretario Técnico le sustituyó cuando iba a 17 puntos del Madrid de Del
Bosque. Al final y gracias a la “mítica” chilena de Rivaldo, que fue celebrada
como un gol en una final de Champions, el Barça se clasificó 4º de esa triste
Liga.
Ahí acabó la tormentosa relación del mallorquín de Sa Pobla en el Barça, un
equipo del que siempre se ha declarado seguidor y a quien probablemente hoy
injustamente se le ignore en el Camp Nou. Él no tuvo la culpa.
Volviendo al más agradable presente, la buena noticia de la jornada es el
regreso del dúo sacapuntas de centrales, Piqué y Puyol, que iban para pareja
titular indiscutible pero a quienes un humilde y trabajador argentino de San
Lorenzo les ha comido claramente la tostada. Curiosamente este año nos
estamos quedando cortos por delante y ante la imperiosa necesidad de
descanso de Messi, quien hoy debería esperar en el banquillo y las bajas de
Pedro y Alexis, puede que el chaval de Reus, Isaac Cuenca repita en el equipo
titular, aunque con Pep nunca se sabe.
El de hoy debe ser un partido de trámite para el Barça, en plena fase de
asimilamiento de la carga física y en el que los tres puntos son el único objetivo
realmente importante. Otros pretenden ganar títulos en Octubre y tienen sus
picos de forma dos meses antes de lo razonable. En diciembre conoceremos
cuál es la receta adecuada.
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